SOY UN CYBORG Y ESO ESTÁ BIEN
SKIN/TONES (2017) de Francesca Fini atrapa con ironía (y un software) la frontera difícil de variables microscópicas que levantan banderas de identidad sobre nuestro cuerpo
En 2019 (¿cuándo?) envié un correo electrónico a la multidisciplinaria artista italiana Francesca Fini sobre su performance SKIN/TONES en la que, software traductor mediante, se escanea, proyecta y ríe de las partículas biológicas que acreditan nuestra identidad. En su respuesta contó sobre el origen de la unión a las computadoras y cómo llegó a ser la primera chica en llevar la tarea impresa a la escuela.
Realizada por primera vez en 2017 en la Universidad de Roma, SKIN/TONES “juega irónicamente sobre el concepto de biometría, la forma en que las variables de ese sistema podrían brindar confiable identificación de los individuos a través dispositivos de registro de huellas digitales, retina o iris, celebrando, por el contrario, el caos, el error, lo impredecible de la identidad de los individuos”, según describe Fini en una entrada de su web.
LA OBRA DE LAS MUTACIONES
Francesca Fini a lo largo de su carrera trabajó con la plasticidad y materialidad de las obras de arte, su historicidad, valor simbólico y reactualizaciones a lo largo de las diversas novedades tecnológicas que posibilitaron una reapropiación y conversación nueva. El videoarte y la performance son algunos de los lenguajes y soportes que emplea para el proceso de cita contemporáneo.
En SKIN/TONES el carácter multidisciplinar distintivo en sus obras pegó un nuevo salto. Con un microscopio digital, la artista (de espaldas a los espectadores y frente a una pantalla) escanea su piel cuya información -transformada en imagen y sonido por medio de un software digital- es proyectada en tiempo real. El resultado es una sucesión de imágenes y sonidos variada en tonos, colores y volúmenes que remite a una especie de creación espontánea de galaxias y universos en constante formación y destrucción. El software calcula los valores de color de cada segmento de piel, transformando el flujo de datos en sonido y video (los diferentes sonidos y muestras se mezclan exactamente de acuerdo con la suma total de rojo, verde y azul, es decir, el código RGB que es grabado en tiempo real por el microscopio). Las imágenes provienen de la información del microscopio, procesada en representaciones caleidoscópicas, que convierten cada textura, repliegue o cavidad en arte en vivo.
Numerosos ejemplos dan cuenta de la performance como la base de operaciones más efectiva, o al menos más experimentada, para pensar y ejercer la política de los cuerpos. Hoy la enorme red digital ofrece una aparente democratización de esta cuestión y en SKIN/TONES se subraya esta tensión; nada está del todo integrado ni tan asible y es, a veces, únicamente recuperable desde esa indefinición. Las incursiones de Francesca Fini en el videoarte y en la performance ensayan no tanto sobre el límite de por sí difuso entre lo que se considera “humano” y “artificial” (ella se define a sí misma como un cyborg) sino en el señalamiento de ese límite para plantear allí la posibilidad de una simultaneidad de presencias en ambas zonas (si es que fueran solamente dos).
MAIL VA, MAIL VIENE
S: En una entrevista que leí hace un tiempo, dijiste que te considerabas un cyborg ya que tu cuerpo pertenecía tanto a la realidad como a la ficción, ¿cómo conviven esas categorías en esta obra?
FF: Comencé a explorar el mundo a través del uso consciente de mi creatividad y a buscar mi camino en este mundo en el corazón de los 90. En Italia empezábamos a hablar del primer BBS experimental, en la literatura de hipertextos y allí nacieron las primeras identidades colectivas experimentales, los abuelos de Anonymous por así decirlo, y fuimos testigos de las primeras operaciones de los hackers. Me formé en este momento de transición entre la cultura analógica y la digital. Hemos experimentado este pasaje y lo recordamos en carne y hueso. Por eso nuestra mirada siempre será más filosa, e incluso más escéptica, que la de los nativos digitales.
Todavía tengo estos dos elementos dentro de mí, uno es muy inteligente, al que le encanta entrar en una especie de fusión mística con la computadora e intentar usarla para crear cosas. Este tipo de relación con la computadora, ahora prótesis de mi existencia, ha hecho que la personalice por completo: se ha modificado por totalmente para dejarme hacer lo que yo quiera hacer artísticamente.
Mi computadora está completamente equipada. Es una especie de Frankenstein, solo que el caparazón es una Mac. Mi relación privilegiada con las computadoras comenzó temprano; mi padre compró mi primera Apple2, una de esas horribles cajas grises con disquetes, cuando tenía 11 años. Yo era la única entre mis compañeros que tenía uno, solía traer mis trabajos finales impresos, recuerdo que mi maestro me miraba y me decía: "estás loca". Tengo una conexión muy seria con mi computadora; hay una parte de ella que me fascina -sobre todo cuando hago performances- que es ese margen de decisión que tiene la máquina frente a la cantidad de información que da empíricamente. Cuando estoy haciendo una performance nada es demasiado preciso, estamos en el ámbito del empirismo de todos modos, de la baja fidelidad, cuando uso electrodos o sensores o el microscopio digital, doy una cantidad infinita de información a la computadora, y al final se inclina por alguna elección particular. Hay espacio para un trato no consciente de arbitrariedad por parte de la máquina, incluso yo preferiría que fuera consciente. A veces creo que la relación que tengo con mi computadora creó una modificación que le permite saber qué necesita usar o no, de esto estoy segura aunque sea totalmente no científico. Me gusta usar el elemento aleatorio, lo imponderable, mis performances no siguen un esquema totalmente predeterminado, siempre existe esta idea de un flujo, una ola de informaciones, y mirar lo que quedó en la orilla conceptual de la computadora, dando una sensación de coherencia y baja fidelidad, que de otro modo convertiría las actuaciones cyberpunk en un juego, algo que no me gusta cuando lo veo. Esta es también la razón por la que no doy mis actuaciones al público.
S: La imagen y el sonido en SKIN/TONES surgen de movimientos específicos y espontáneos. ¿Existe algún control u orden previo que "dirija" el trabajo o es un salto al vacío cada vez?
FF: Estoy desnuda frente a dos luces de neón, para que el público sólo pueda ver el contorno de mi cuerpo. Paso un microscopio digital por todo mi cuerpo, escaneando las diferentes texturas de mi piel (cabello, labios, lengua, etc.). Las imágenes proyectadas frente a mí son el resultado de la imagen que proviene del microscopio: cicatrices, heridas, arrugas y estrías se convierten en mandalas, cristales, joyas. La belleza de esta actuación es que el sonido es realmente una partícula, en el sentido de que los datos que se envían a la computadora son muchos y dependen de infinitas y efímeras variables: la luz que entra al microscopio en ese momento, la velocidad de mi mano, la inclinación de la cámara… la salida de todo esto es realmente impredecible, pero al mismo tiempo, ahora soy capaz de gobernar este caos, intuitivamente, como si toda esta información fluyera en una ola que se dobla bajo mis manos, hacia ciertos tonos o estampados. En realidad, es como tocar un Theremin, de alguna manera. La actuación juega irónicamente con el concepto de biometría, como el estudio de ese sistema de variables que podría permitir la identificación confiable de los individuos, a través de dispositivos de reconocimiento de huellas dactilares, retina o iris, celebrando a la inversa el caos, el error, la imprevisibilidad de la identidad individual. El color de la piel, analizado por la lente del microscopio y procesado por el flujo digital, se convierte en una interminable e impredecible variedad de combinaciones de verde, rojo y azul, perdiendo cualquier conexión posible con la realidad cartesiana, estrecha y separativa visible a simple vista. Además, bajo el microscopio digital, los cuerpos femenino y masculino pierden su identidad sexual. Skin / Tones es una celebración visual y sonora de la propia vida celular.
S: ¿Qué particularidades te propone o demanda un videoarte y una pieza como SKIN/TONES, con cruce de disciplinas, en el momento de la exhibición?
FF: Como artista interdisciplinar, siempre estoy buscando nuevos estímulos, imágenes e idiomas para expresarme, no veo mucha diferencia en la forma final que lleva mi trabajo. Siempre empiezo por lo mismo: una idea, un sueño, una pesadilla, y el deseo de procesar esa imagen de una manera personal. En mis performances, instalaciones y videos, la cultura digital casi siempre está presente. En casi todas mis acciones en vivo utilizo video y audio producido en vivo, a través de dispositivos de diseño mecánico, electrónico y de interacción. El cuerpo se amplifica por un paisaje de sugerencias sonoras y visuales que son generadas por el movimiento y la acción en el espacio y el tiempo. El dispositivo se convierte en prótesis de un cuerpo amplificado y contemporáneo. El concepto básico es siempre el mismo, y profundamente analógico: la búsqueda de la identidad (virtual, real), y la ilusión de control que caracteriza a nuestra especie, explorado con cierta dosis de ironía desenmascarada. Estoy obsesionada con la tecnología. No es una pasión, es una obsesión, cuando veo algún software nuevo siento la necesidad de tenerlo. En las representaciones, por ejemplo, hay siempre elementos diferentes que conviven: las herramientas son manuales pero tecnológicas al mismo tiempo, una mezcla entre algo muy simple y algo con un alma electrónica. Muy a menudo utilizo artículos para el hogar, me gusta entender cómo funcionan y luego hackearlos de una manera dadaísta: es decir, tomar un objeto y usarlo de una forma totalmente opuesta a la que fue diseñada. Uso softwares profesionales para crear todos los aparatos visuales y sonoros de mis performances. Creo que incluso el observador externo realmente lucha por distinguir el idioma que utilizo en mis piezas, para entender dónde comienza la grabación y dónde termina la experiencia en vivo. Todo es parte de un material magmático que devora, engloba y reelabora todo.